16 de febrero de 2011

Recuerdos












Contaba los coches que pasaban por delante de su ventana. Hacía malabarismos para no pisar las rayas del suelo. Jugaba a cocinar, a conducir y a trabajar para parecerse a sus papás. Cantaba hasta quedar afónica las mismas letras una y otra vez. Gritaba mientras su bicicleta de cuatro ruedas cogía velocidad cuesta abajo. Se quedaba metida en el mar, saltando las olas, hasta que su pequeño cuerpo era incapaz de tiritar más. Caía y se levantaba tantas veces al día que había perdido la cuenta.

Y lo hacía viviendo, disfrutando, dejándose llevar... todo aquello que parece que se nos olvida con el paso del tiempo.

3 comentarios:

Patricia dijo...

De lo de cantar yo fui testigo ;) y me encantó, parecías ser muy feliz.

Fuiste, eres y serás feliz, porque te lo mereces y porque te estás marcando ese camino. Tú te dejas llevar.

:)

ESE dijo...

Es difícil olvidar tan buenos recuerdos, asociados a personas especiales. Y más difícil olvidarse de ti que siempre consigues arrancar sonrisas y hacer de cada momento algo único. Besos.

ML dijo...

A veces recordar nos entristece demasiado. Lo que tenemos que hacer desde ahora es crear buenos y felices recuerdos para el futuro. Yo estoy en ello.